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miércoles, 4 de marzo de 2015


Entrevista a David Fueyo, autor de El espíritu de la escalera.
1.      “En este mundo de plástico y de ruido, quiero ser de barro y de silencio”; que decía Eduardo Galeano. Pienso que usted se enfrenta a un gran reto, que es hacerme creer que hay esperanza, que queda belleza para rescatar, armonía y templanza ¿Para qué sirve la poesía en un mundo tan equivocado como el actual? ¿Cuál es el fin que le gustaría lograr con sus versos?
Estamos en un mundo de consumibles donde pocas cosas perduran. Nos bombardean con estímulos continuamente y somos como esos bebés que están rodeados de juguetes y no saben con cuál de ellos jugar. En el mundo de hoy en día la poesía debe hacer pensar, reivindicar y hacerse necesaria; de hecho lo es. El fin de mi poesía es ese mismo, el de transmitir, contar que tengo algo que contar. Quiero ser un poco como esas pintadas con versos que aparecen en los muros de las calles y que nadie sabe quien escribe, pero que te hacen pensar durante un rato cada día. Estar ahí para que si quieres te atrevas a entrar sabiendo que voy a retorcerte por dentro.

2.      ¿Alguna vez utilizó la poesía para enamorar?
Sí, pero para enamorar de la vida y de la propia poesía.  Para ello utilizo sobretodo poemas ajenos, rara vez propios. Me considero platónico en el fondo, ya que prefiero escribirle a las sombras que a la realidad misma. He de confesarte que cuando quiero enamorar a alguien de la poesía recito “El camión de la lluvia” de Fernando Beltrán, el poema que me enamoró a mi mismo. 

3.      Usted es un 4x4 literario, tanto en producción como en participación ¿eso es bueno o malo: el meter el hocico en todos los platos y probar todos los guisos? Porque también suena un poco a rifa de paquete de chicles… “Sigue probando”.
En cuanto a la participación yo no he metido el hocico sin más, sino que me he involucrado hasta el fondo en muchos proyectos, algunos de ellos verdaderos castillos en el aire, pero eso quizá sea por deformación profesional por haber estudiado y trabajar en el ámbito de la pedagogía, una rama ante la que para sus profesionales nada es imposible. Lo que si es seguro es que muchos en este mundillo literario se dejan llevar por la corriente. No es mi estilo. Antes que quedarme quieto un “sigue probando” en el chicle es también un premio, es un “mira al futuro que será aún mejor que este presente”. El escritor ha de ser activo. Sin vida y sin lecturas un escritor podrá decir mucho, pero no sabrá contar nada.
  
4.      Los poemas de El espíritu de la escalera pesan, parecen escritos entre brumas y alcohol, en ese punto donde uno no sabe si continúa borracho o ya llegó la resaca; algunos lo llaman barroco ¿Usted cómo definiría este libro, qué encontrará el lector? Véndamelo.
Lo que lo que presento en “El espíritu de la escalera” es una especie de neotremendismo sobretodo en el lenguaje, que es pretendidamente retorcido, pero no por ello inaccesible. Trabajo mucho mis poemas, si bien es cierto que sus esbozos son siempre espontáneos, dictados por los dioses, como decía Valéry. Lo que luego intento es pulirlos en un trabajo de corrección digno de un orfebre. Para este libro la artesanía no termina ahí, con mi parte,  sino que los dibujos de Juan Falcón, la hermosa maquetación de Sandra Márquez y la acertada elección de los papeles, nada corrientes en un libro de poesía, hacen que además de que el libro sea una pequeña joya a un precio muy asequible sea también un espectáculo de sensaciones en cada una de sus páginas.

5.      ¿Por qué no existe en Oviedo, su ciudad, un Premio de poesía? ¿Qué anhelan los autores en una ciudad que tanto invierte en autoproclamarse cultural y ociosa a unos niveles supermegachachis?
Unos te dirán que sí, que está el Alarcos, el llamado “El mejor poema del mundo” que nació en nuestra ciudad; hubo hasta 2011 el denominado “Jovetense” en cuya última edición yo resulté ganador… quizá lo importante no sea solo un premio, con su pompa y boato, sino que el trabajo esté en la calle, en los bares, en las plazas, en los centros sociales. ¿Para qué quieres otro premio? ¿Para que lo amañen los de siempre?...
Pienso que para hacer artísticamente algo que merezca la pena hoy en día se necesita valentía y estilo. Me explico: muy pocos poetas se atreven a recitar en directo, y mucho menos a hacer algo parecido a lo que yo hago con la performance “Pericalipsis” que es recitar entre luces de discoteca y jazz experimental a un auditorio que está a oscuras. Hago algo que muy poca gente hace y creo que de una manera trabajada, con elegancia, pero nada corriente. Quizá deberíamos perder la vergüenza y bajar a la calle. El poeta ya no es aquel elegido por los dioses que arpa en mano componía estrofas. Hago mía la frase de Roger Wolf: “Escribo para gente que no tiene otro sitio donde caerse que la superficie de un poema”. En este caso el premio es el lector, el espectador.

6.      He tenido la suerte de contemplar la libreta donde va creando y he de confesar (triste y bochornosa confesión) que ha sido uno de los momentos más sinceros que he visto en un escritor en los últimos… ummm… yo diría… catorce años. En un negocio editorial brutal donde la meta es resaltar y quedarse  (aquí, en la memoria, en el tiempo, en los libros), que uno y su arte sea imborrable, me sorprende que escriba a lápiz y que le acompañe una goma. Lo normal suele ser tinta y que nadie pueda eliminar nada de nuestro puño y letra.
Como antes comentaba suelo trabajar mucho mis poemas, y el lápiz y la goma te permiten hacerlo como a mi me gusta, en cualquier lugar y a cualquier hora. Soy mucho de gráficos, esquemas y raras figuras literarias que solo se expresar con lápiz y papel. Evidentemente luego llega el proceso de la transcripción y corrección al ordenador, pero me gusta que eso se condense en un par de días intensos y dedicados únicamente a ello. No por escribir a mano y a lápiz no puede ser imborrable lo que haces. Esa premisa la repito un montón de veces a mis alumnos de 9 años y yo mismo me pongo como ejemplo de alguien que si pudiera escribiría siempre a lápiz. Quizá sea demasiado clásico, pero no me sentí escritor hasta que terminé “Onírica”, una pequeña colección de cuentos surrealistas llevados a cabo directamente a máquina de escribir. Así me he dado cuenta de lo que realmente era escribir para muchos de mis referentes: Nabokov, Lem, Lorca, Marsé… el ordenador es una herramienta, pero no es totalmente imprescindible para la composición escrita.

7.       ¿La poesía se cultiva o se vomita? ¿Debe doler el arte para hacernos sentir que es de calidad, que merece la pena?
Para mi la poesía se vomita y luego se cuida bien que ese vómito germine y crezca hasta ser una hermosa y extraña flor que los demás sepan apreciar. El arte debe doler o entusiasmar, vuelvo a decirte que estoy totalmente en contra de lo aséptico. Por desgracia creo que hay mucho producto insípido hoy en día en todas las disciplinas, pero esa es mi humilde opinión. Los medios y la masa fagocitan ese tipo de arte o de espectáculo. Se que con lo que hago y consumo voy contracorriente, pero ¿y si son los demás los que están equivocados?

8.      El espíritu de la escalera está lleno de ritmo, tengo entendido que a usted le hubiese encantado ser rapero, hábleme de esto. Por cierto, también tengo entendido que usted es de testamentos así que intente ser breve…
Es cierto, el ritmo es el armazón del libro, y sobre él he montado las palabras. He tocado el bajo durante muchos años, algunos de ellos profesionalmente y es algo que llevo dentro aunque el verso sea exhausto. La música es omnipresente en mi vida y cómo no iba a estar también en mi obra. Desde hace un par de años escucho compulsivamente hip hop en castellano y pienso que muchos de los artistas que componen y cantan esas letras son una especie de poetas 2.0, es decir, en ocasiones su calidad es tan alta que se sitúan un escalón por encima de los poetas tradicionales. Por ello cuando llevo a cabo mi “Pericalipsis” introduzco alguna base y recito sobre ella a mi manera. Es innegable que el hip hop está ahí porque lo escucho continuamente. En mis tiempos me hubiera gustado picar en ese palo, pero nunca conocí a la gente adecuada que me diera el empujón hacia ello.  

9.      Le tengo en buena consideración porque creo que usted es un escritor sano, con un gran fondo de biblioteca en su mente y una pasión por la letra más fiel que el amor de un perro a su amo. Dicho esto, hábleme del sector editorial en la lírica y no se preocupe por lo que cuente que enemigos nos los creamos por respirar (risas)… 
En mi humilde opinión las grandes editoriales de poesía de siempre han de reinventarse. Ya no sirve el “estamos bajo mínimos y no editamos por la crisis”, ya que si se quiere con presupuestos muy bajos pueden salir a la luz grandes obras que a día de hoy permanecen guardadas en archivos de Word. Bien es cierto que hay nuevos sellos con gran imaginación y que encima dan un plus más en cuanto a calidad de diseño y propuestas poéticas diferentes. Lo mejor que podemos decir de esas editoriales de siempre, con sus rechazos presupuestarios y su publica es que quizá ya no las necesitemos, que nuestra imaginación necesita expresarse más allá de las letras también en los formatos y diseños. Tarde o temprano el lector sabrá elegir estas nuevas tendencias y desechar lo que carezca de interés. Además de mi editorial, Falcón, hay otras 4 o 5 que ahora mismo me vienen a la mente y que a buen seguro darán mucho que hablar.

10.  Por favor, confiese… 
En estos momentos estoy leyendo… “Limonov” de Carrere y “El universo en una cáscara de nuez” de Hawking
Me arrepiento, aunque repetiría, de… haberle dedicado tanto tiempo a la música en mi primera juventud en vez de a la literatura, aún así creo que todo sirve como formación para la vida.
El corazón me late fuerte, como en la niñez, por… volver a Quirós, a mi pueblo.
Hoy por hoy, me gustaría tanto, tanto que… hubiera justicia poética.
A menudo me sorprendo pensando en… lo que espero sea mi primera novela.
Si llamasen a mi puerta ahora, por favor, que sea… para alguna interesante propuesta literaria.
Me gustaría que mis amigos leyesen el libro de…”Vacío perfecto” de Lem, así tendría alguien más que mi amigo Ermesto Colsa para poder comentarlo.
Si me vas a querer he de avisarte de que…yo también lo haré sin dudarlo hasta que un día me demuestres lo contrario.

BONUS EXTRA…
11.  Por favor, cuénteme (y sea breve) la última vez que sintió ese espíritu de la escalera apoderándose de su voluntad, haciéndole sentir algo ridículo y lento, porque yo me siento así cuando me ocurre…
Afortunadamente y desde hace un tiempo me siento seguro de lo que digo y hago. Tengo el placer de decirte que no lo recuerdo. Cuando pienso en esa escalera veo la del colegio donde estudié la primaria. Hoy en día no me hubiera tragado todas aquellas patrañas.