La mangosta es uno de los pocos animales que pueden vencer a una cobra, en esta madriguera descansan muchos de esos libros que han sobrevivido al negocio editorial.
Espero que os gusten.
Leticia Sánchez Ruíz.
LOS POSEÍDOS de Elif Batuman.
Probablemente
casi nadie haya leído a Elif Batuman ni sepa si quiera quién es. Pero,
probablemente, casi todos hemos leído alguna vez a algún escritor ruso. Probablemente
casi todos sepamos quién es Tolstoi, Dostoievski o Pushkin . Probablemente
todos hemos tenido alguna vez una pasión lectora, cierta preferencia por ciertos autores, el asombro de vernos
reflejado en un mundo lejano que no es el nuestro y sin embargo descubrimos que
sí lo es. Probablemente todos hemos tenido lecturas que nos hayan cambiado la
vida. Éste es precisamente el tema de Los
Poseídos (cuyo importante subtítulo reza Aventuras con libros rusos y con las personas que los leen).
Su autora, Elif Batuman, consiguió un libro
extraño, maravilloso e indescriptible, mezcla de memorias, crítica literaria,
libro de viajes y ensayo, en la que va tejiendo a la par su vida y la obra de
los escritores rusos; o, mejor dicho, lo que nos cuenta Batuman es cómo su vida
se transformó por estas lecturas y todo lo que éstas le llevaron a hacer. Una
lección magistral divertida, hermosa, voladora, tan académica como cercana, donde
la escritora no es sólo la escritora, sino también el principal personaje.
En Los Poseídos nos encontramos con las vivencias de Batuman, con sus
más escondidos temores y sus fracasos amorosos, pero también nos embarcamos,
por ejemplo, en la investigación del posible asesinato de Tolstoi. La participación
de la autora en diferentes seminarios y su solicitud de becas son el esqueleto sobre el que Batuman
construye la trama de este libro: un seminario biográfico sobre Isaak Babel al
que acuden las dos hijas del autor, con las que mantiene todo tipo
conversaciones; un viaje a Samarcanda para estudiar Uzbeko y aspirar así a una
plaza que quedará vacante en Stanford para impartir este idioma ( y descubrir
por qué en uzbeko antiguo hay cien palabras para el verbo llorar); un viaje a
San Petersburgo para visitar La Casa de Hielo de Anna Ioánnovna e
investigar sobre la novela homónima de Lazhéchnikov.... A medida
que vamos leyendo Los Poseídos nos
vamos dando cuenta de que no sólo son vivencias personales sumadas con maestría
a una crítica literaria, como en un primer momento pueda parecer, sino que este
libro también tiene algo de novela detectivesca, de intrincada intriga, de
alucinada aventura.
El texto combina capítulos más o
menos dedicados a Isaak Bábel, Tolstói, Lazhéchnikov o Dostoievski, con
referencias gastronómicas, cotidianas y generacionales. Así, de pronto,
descubrimos que nos hemos convertidos en cómplices de Batuman y que lo
realmente estamos leyendo es una gran historia de amor. Porque eso en realidad
es Los Poseídos: un intenso romance con
la teoría literaria en el que la autora quiere demostrar que los clásicos están
tan vivos como ella, que los académicos se divierten y que los críticos se
apasionan. Diversión y pasión que Batuman sabe transmitir a los lectores.
No sólo es una novela sobre los
escritores rusos, no sólo es una novela sobre una chica neoyorquina de metro
ochenta de altura y origen turco; es una historia sobre la loca pasión por la
lectura y cómo ésta transforma la vida de todos cuantos nos dejamos llevar por
ella. Que el lector desconozca las obras de Tolstoi, Dostovieski o Isaak Babel no tiene la
más mínima importancia para que le pueda gustar este libro. Además, lo más
probable es que, cuando termine Los Poseídos,
no sólo conozca al fin a los escritores rusos, sino que sienta la acuciante
necesidad de correr a la biblioteca o a la librería para encontrarse con sus
libros, y empezar así un nuevo círculo.
PD:
Por alguna razón que se me escapa, la portada de Los Poseídos muestra una especie de tebeo algo infantil y una letra
parecida a la Cómic Sans
MS
(esto no es obra de Seix Barral, que simplemente se ha limitado a reproducir la
edición original, la americana). Puede que los editores pensaran que mostrando
estos dibujos, los lectores "desacralizarían" el texto y se
acercarían a él, entendiendo así que su contenido, pese a hablar de crítica
literaria, no es pedante ni sesudo. A mí, sinceramente, me parece un
despropósito. Si no me hubiesen regalado este libro, lo hubiera dejado de lado
en la librería pensando que era una pamplina. Con todo esto, lo que quiero
decir es: no dejen que una mala portada les arruine un buen libro.
TODOS LOS CUENTOS, CRISTINA FERNÁNDEZ CUBAS
Bienvenido a la
casa de Cristina Fernández Cubas. El felpudo tiene dibujado un interrogante y
la puerta está entreabierta. En el recibidor hay un reloj de pared y dentro de
él corretean las ánimas, que a veces se escapan y bailan entre el fuego de las
cocinas y las faldas de las viejas. Nos encontramos con un salón enorme en el
que se reúnen los amigos a contarse cuentos de terror en un día de lluvia, con
un gran baúl donde una monja guarda el espejo en el que no se verá más y una calabaza que esconde un crimen. Dentro
del armario hay un hombre desnudo y sucio tocando un helicón. En la cocina nos
espera una jícara de chocolate caliente que tomaremos para calmarnos porque
hemos leído en un libro cómo nuestra amiga
se suicidaba y nosotros no lo impedíamos. En la cama es mejor no echarse;
puedes verte a ti mismo acurrucado entre las sábanas durmiendo a pierna suelta,
mientras realmente estás sufriendo de insomnio mirándote desde la mecedora. Hay
que tener cuidado por dónde se pisa, hay algunos puntos donde tú ves pero no te
pueden ver; podemos caer en un ángulo del horror y todo de repente será
deformado, o subir sin querer a un altillo donde se refugia otro mundo. Debemos
procurar llamar antes de ir, ya que podemos encontrarnos con una fiesta de
cumpleaños en la que no pasa nada, pero sabemos que algo sucede, que hay un
niño encerrado a quien no dejan hablar. La casa, por supuesto, está aislada en
medio de la nada, el coche está estropeado y hasta dentro de unos días no
vendrá a recogernos un taxi. Si es que viene.
Así
es el mundo de Cristina Fernández Cubas: un universo entero dentro de ella,
unas páginas cargadas de inquietud, unos cuentos únicos que jamás sabes cómo
acabarán o a dónde van a dirigirte. Cubas es una de nuestras escritoras más
originales y más indómitas. Siempre balanceándose en el limite de lo increíble
y de lo improbable, dominando el arte de escribir, toda una maestra. Es una mujer que ha logrado la proeza de que
en España se la reconozca como cuentista, un título reservado a muy pocos, por
no decir casi ninguno, en un país en el que apenas se leen cuentos. Para una
servidora, Cristina Fernández Cubas es su cuentista favorita, junto a Borges y
Cortázar, aunque desde luego Cubas sea mucho menos conocida y reconocida que
estos dos últimos. Y servidora no entiende por qué cualquiera de sus libros de
relatos, Mi hermana Elba, Los altillos del Brumal, El ángulo del horror, Con Agatha en Estambul, Parientes pobres del diablo, o una recopilación
de todos ellos que editó hace unos años Tusquets llamada simplemente Todos los cuentos, no se estudian en los
colegios, se tienen en todas las casas o se leen bajo las mantas las tardes de
invierno.
Corran
a descubrir los cuentos de Cristina Fernández Cubas, una escritora única,
inquietante y genial, tan escurridiza como sus personajes. Corran a entrar en
su casa. Tal vez ahí resida la magia.
Pd:
servidora tuvo acceso hace poco a la biblioteca personal de Augusto Monterroso
(quien a su muerte decidió donarla a la Universidad de Oviedo, pero, como diría
Ende, ésa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión) y entre sus
libros se encuentra un ejemplar de 'El ángulo del horror' con los lomos pulidos y brillantes del tacto
repetido, tan usado que parecía de segunda mano. Pero no. Estaba dedicado por
la escritora a Monterroso y su mujer. Aunque sólo fuera porque el maestro
Monterroso leyó a Cubas hasta dejar su libro totalmente manoseado, el resto de
nosotros, humildes mortales, merecemos y debemos leerla.
¿Quieres comprar este libro que te recomendamos?
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